Dice que no baila; no hace manualidades aclara, dice que no canta, dice que no muestra lo que escribe, pero sin embargo ella sabe más que todos...
Inestable como fuego, reina camaleónica, puede ser lo que ella quiera. Con hermosos pies y 300 besos para una sola canción de dulzura bajo la tormenta. En el pasto en la mesa, todo volcamos con feroz dulzura secreta... Un tigre, una lince... Una Luna. Y el rebaño atado en el stress de querer ser normales.
Normales son los manuales. De todas las materias para ser normal, aprobé ninguna. Del cielo y buscando formas en las nubes casi todas, menos una. Y en la noche tengo récord sin probarlas todas. Mi vaso y yo y las botellas todas. Adiós luces modernas, no quieran cegarme... Ella sabe, pero no se que sabe. Pero...
Tu rostro se volvía visible en cada refucilo y sobre la mesa subíamos a la cumbre del éxtasis en sincronismo con la tormenta. Relámpagos excitaban los pulsos y sacudían la tierra. El balance era de no resistencia. Así sentimos la pequeña muerte, así llegamos. Y el pueblo bajo nubes negras se balanceaba, el blues sonaba y la luz cortada.
Era un sueño, pero despiertos, un martes de madrugada.
Grll. Pozarli.
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